Los curas rojos reconquistan las sacristías tras 30 años secuestradas por los movimientos de Rouco
/Los movimientos de Rouco promovían una moral de grupo cerrado, centrada en lo sexual y familiar, con un discurso exclusivamente para los miembros del grupo, y con total olvido de la moral y la interacción social, laboral, económica y política
Kiko argüello, iniciador -junto a carmen hernández-, del movimiento parroquial “camino neocatecumenal” (los “kikos”), junto a su gran patrocinador en europa e hispanoamérica, el cardenal arzobispo de madrid (1994-2014) don antonio maría Rouco varela. Al fondo el actual arzobispo de oviedo, sucesor designado por rouco pero nunca por el papa francisco, es el obispo español más próximo a la línea de abascal, su carrera fue truncada por el papa francisco
Rouco, ingenuo como los niños siguiendo al flautista de Hamelín, condujo a la Iglesia de España a la nulidad social, promoviendo movimientos eclesiales sin ningún contenido, ni acción social fuera de los límites del templo.
La Iglesia de Rouco consistió en convertir las parroquias en kioskos, donde fuera la gente interesada en convertirse. Una negación de la «Iglesia en salida» promovida por el Concilio y por el Papa Francisco, donde el lugar de encuentro no es la parroquia, sino el sindicato, la escuela, la empresa, la Universidad, el colegio profesional, el entorno laboral, el comercio.
Parece que con Francisco ha vuelto un tipo de obispo más parecido a aquel de los fervorosos años del Concilio, preocupado ante todo por los problemas del hombre que vive en sociedad.
Se trata ahora más bien, no de constituir grupitos cerrados y herméticos donde los trapos sucios se lavan dentro; y donde hacia fuera todo es perfecto.
Se trata de crear una Iglesia abierta a la sociedad, donde cualquiera pueda entrar sin encorsetamientos, sin grupitos exluyentes, donde no exista un camino preestablecido, sino que «se haga camino al andar» como dijo el poeta Machado.
Una Iglesia en la que sea impensable decir: «tú no puedes venir, porque esto es para nosotros».
Una Iglesia abierta a todos, también al emigrante.
Pocos emigrantes forman parte de estos movimientos de la era Rouco. Unos movimientos que devienen grupos cada vez más elitistas y endogámicos con una gobernanza hipervertical. Hace 30 años ya solo acuden hijos de miembros que puedan acreditar cierto pedigrí.
Ningún miembro se ve en esos movimientos, que provenga de otra religión. Lo cual demuestra que poco o nada tiene que aportar su metodología de los años 60 a la Iglesia y a la sociedad hodierna.
Aplican un modelo monolítico y autoritario, de parroquia anglosajona, blanca y protestante yanki, a una sociedad plural del siglo XXI. Un modelo propio de las sectas, implantado en parroquias católicas.
Millones de españoles, católicos o no, esperaban en los años 80, 90, 2000… de la Iglesia en España que fuera una importante interlocutora social.
Sin embargo presenciaron como se enrocaba en algunos temas, olvidando las cuestiones más esenciales de su enseñanza. La apertura a lo social. Ese enfoque transformador desde la renovación continua pero sin pausa, y desde el servicio al humanismo y al ser humano. La denuncia de las injusticias sociales, de los genocidios.